La Degeneración macular (DMAE) es una enfermedad neurodegenerativa y hereditaria que afecta a la zona de máxima visión de su retina, llamada MÁCULA. No duele, pero provoca la muerte de las células de esta parte llamada mácula.
Es la causa más frecuente de ceguera por encima de los 50 años en México, con una frecuencia que aumenta exponencialmente a partir de los 70 años, además de la gravedad y la bilateralidad de la misma, especialmente a partir de los 85.
Por eso, muchas personas mayores desarrollan degeneración macular como una parte del envejecimiento natural que padece nuestro organismo y, por tanto, también los ojos.
Las formas iniciales de DMAE no producen ningún síntoma, y por eso es importante revisar periódicamente el fondo de ojo a partir de los 50 años, sobre todo si hay antecedentes familiares de DMAE.
Los síntomas más frecuentes son:
La degeneración macular puede ocasionar pérdida de visión central y, por tanto, incapacidad principalmente para leer, manejar un automóvil o reconocer rostros a distancia nítidamente.
No obstante, las personas que padecen esta patología, aunque deben ser tratadas de inmediato, sí podrán realizar otras actividades rutinarias ya que, al no afectar a la visión periférica, no existe pérdida de visión total.
El oftalmólogo especialista debe realizar una exploración completa, prestando especial atención al estado de la mácula mediante una serie de pruebas diagnósticas imprescindibles.
El aspecto del fondo de ojo examinado por un experto en DMAE tiene en la mayoría de casos un gran valor en la estimación del riesgo de padecer la enfermedad.
El tipo de coloración de la mácula y el tipo de depósitos (drusas) que van apareciendo con la edad como consecuencia del envejecimiento macular son importantes a la hora de recomendar una pauta de seguimiento para poder realizar un diagnóstico precoz de la DMAE.
Para ello, se debe examinar el fondo de ojo al menos con una fotografía central de la retina mediante una angiografía con OCT, una prueba diagnóstica de gran precisión y detalle para detectar cualquier patología retiniana que pueda amenazar nuestra visión.
Además, lo ideal, lógicamente, es combinarlo con un examen completo con as siguientes pruebas diagnósticas:
No existe a día de hoy un tratamiento eficaz para es te tipo de degeneración macular, aunque se recomienda la toma de complejos vitamínicos específicos y comer alimentos con alto grados de antioxidantes que según algunos estudios parecen ralentizar la progresión.
Sí tiene tratamiento. De hecho, la correcta administración de los medicamentos antiangiogénicos inyectados en el interior del ojo (inyecciones intravítreas) permite evitar la ceguera en más del 95% de casos, y recuperar visión en uno de cada tres casos.
De este modo, los tratamientos con inyecciones intraoculares para la forma húmeda o exudativa de la DMAE consiguen evitar la pérdida de visión en más del 90% de casos. Pero esto se consigue con un seguimiento y tratamiento apropiado, ya que su pronóstico sin el citado tratamiento sería malo.
Se necesitan al menos 7 inyecciones durante el primer año, y al menos 5 inyecciones durante el segundo año. Las inyecciones deben iniciarse de manera INMEDIATA tras el diagnóstico y el seguimiento debe hacerse mensual.
De lo contrario, no se puede obtener el beneficio que las inyecciones intraoculares han demostrado tener para la DMAE.
Es importante que un especialista en DMAE analice cada caso individualizado y planifique el tratamiento más conveniente para conseguir evitar la progresión de la enfermedad y, por tanto, la ceguera.
Un diagnóstico precoz es la clave para poder iniciar el tratamiento lo antes posible.
Los pacientes que han sufrido una DMAE húmeda en un ojo pueden tener hasta un 50% de posibilidades de tener una membrana neovascular en el otro ojo. Por eso es importante controlar de forma regular a este tipo de pacientes.
En este sentido, para reducir el riesgo de padecer DMAE existen algunas recomendaciones básicas como protegerse siempre de la radiación ultravioleta con gafas de sol, dejar de fumar y mantenerse en el peso adecuado.
Por otra parte, algunos estudios han relacionado que una nutrición adecuada puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar DMAE. Por ejemplo, una dieta rica en salmón, con grandes cantidades de ácidos grasos omega-3, o suplementos como la lutenína y la zeaxantina elevan la densidad del pigmento en la mácula y protegen los ojos ante la degeneración macular.
El principal riesgo es la edad, ya que a partir de los 50 años la probabilidad de padecer DMAE aumenta progresivamente. Otros factores son: